jueves, 3 de mayo de 2012

De lluvias torrenciales y otras desgracias

Que una sea lo que viene después de tonta y no se le ocurra llevar un paraguas cuando hay nubes negras, vale. Pero que al señor cielo se le ocurra llover torrencialmente justo el día que tienes la primera entrevista para ser una esclava en prácticas de trabajo de tu vida es una crueldad nivel acostarte con una prostituta en el GTA 4 y después tirarla al mar.

Lo peor ha sido la vuelta. Tenía dos opciones: o dejarme puesta la chaqueta mojada o quitármela y usarla como paraguas. Así:


Y así fui. Y desde aquí quiero agradecer públicamente al inventor del sujetador. Qué iba yo a saber que si te mojas llevando una blusa blanca se te puede ver hasta lo más profundo del alma…

De repente mi suerte dio un giro radical cuando al estar llegando a la parada del autobús vi MI autobús. Estaba allí, rodeado por un aura mágica al son de una canción monosilábica cantada a coro por unos ángeles que pasaban por allí. Casualmente. Así que empecé a correr como si no hubiera un mañana, feliz, mientras bendecía a todos los dioses, a los antiguos y a los nuevos. Y es entonces que, cuando estoy casi en la puerta, el conductor la cierra y se va. Así, sin piedad. El muy hijo de Satanás. Y me quedo sola, con un paraguas de trapo y una probabilidad de 1 – α, siendo α igual a 0.05, de tener un pez en las botas, en una parada de autobús cuya compleja estructura arquitectónica consiste en un palo clavado al suelo, mientras la gente seca mira con compasión desde sus coches con techo a la pobre sin-paraguas.

Y ya, en el autobús, una señora digna de las del feisbus me pregunta: 
- ¿Se te ha olvidado el paraguas? 
- No, señora, es que ésta me pareció una excelente oportunidad para mojar las bragas. Sí.

Y todo para que al final las prácticas duren más de lo que me queda para irme de erasmus a Praga, donde probablemente le ponga un punto y final a mi vida al morir de hipotermia por olvidar de nuevo el paraguas.

martes, 17 de mayo de 2011

De profesoras que desconcentran

Llegado un punto en el que me he dado cuenta de que no es normal que me gusten casi todas las profesoras que he tenido desde que tengo dientes, he llegado a la conclusión de que tengo una enfermedad mental. Y es que debe de ser algo relacionado con el rollo autoritario lo que a mí me vuelve tan evil-minded.

Porque yo me he llegado a pasar tardes y tardes leyendo enciclopedias de biología sólo para poder sorprender a una de mis profesoras del instituto, y teniendo en cuenta que yo soy muy de motivación intrínseca y que hacer algo para obtener una recompensa ajena a la actividad que realizo nunca me ha funcionado, un poco de estar más para allá que para acá sí que es.

Pero yo en realidad no vengo aquí a hablar de mi salud mental, yo aquí vengo a hablar de una profesora que tengo ahora. Y todo esto es porque esa mujer no es normal. Me pone mala, pero mala de verdad, de esto que te quedas casi al borde de la muerte.

Tan estricta e imponente, inflexible e intransigente. Pero es que además es simpática. Lo mismo le suelta la bronca del siglo a unos con frases como “¿o qué pasa, me vas a decir que las hojas del periódico se estaban pasando solas?”que se preocupa porque tenga hechas las fotocopias y me diga “ays, pobre, sí que vas a tener que copiar”. Es tan guapa. Estoy por comprarme un diario súper secreto de la Super Pop solo para escribir: “querido diario, hoy se ha dirigido a mí por primera vez. Le he dado un papel y me ha dicho gracias. Juraría que hasta me ha mirado durante 2 mississipis”.

Y es que, si encima tiene el tic de deslizar la punta de la lengua sobre la comisura izquierda de los labios yo ya paso de seguir luchando arduamente por lograr mantener mi atención en la explicación. Estoy por suspender la asignatura para poder mantener relaciones sexuales con ella aunque sólo sea de forma figurada. Porque yo, así, desde luego que no puedo atender.

domingo, 13 de marzo de 2011

Mi prima hetero: la homófoba tolerante

Un título paradójico para una paradoja de persona.

Si hay algo que me provoca más resquemor que un homófobo, es un homófobo que no es consciente de serlo y que además se cree la persona más mentalmente abierta que habita sobre la faz del planeta. De esos que quieren resaltar una y otra vez lo abiertos y tolerantes que son mencionando la cantidad de amigos gays que tienen cuando en realidad creen que les están haciendo un favor por dignarse a dirigirles la palabra.

Pues bien, yo tengo una prima que es así. Y me frustra. En mi casa lo de mi lesbianismo sólo lo saben mi madre y mis dos hermanas. Otros lo sospechan, como mi sobrina, que a veces me hace unos comentarios que me dejan más que muerta, pero mi prima ni lo sabe ni lo sospecha, y a veces me dan unas ganas irrefrenables de decírselo para que al menos delante de mí se cosa la boca, pero me contengo porque si lo hiciera me sometería a un interrogatorio intensivo que no sería nada agradable.

Y yo, lo que me pregunto una y otra vez, y por más que me lo pregunte no consigo hallar la respuesta, es que cómo sus amigos gays la aguantan. Supongo que será porque delante de ellos no dirá las cosas que dice cuando piensa que no hay nadie de la otra acera cerca. Cosas como “qué fuerte, tía, qué asco, ¿tú sabes que X es lesbiana?” (saberlo no lo sabía, pero imaginármelo…), “el otro día en el orgullo una tía intentó ligar conmigo, pero yo le dije que no, que yo soy normal”, “¿las lesbianas que harán en la cama? Lo único que pueden hacer es comerse el coñ*, qué asco”, y encima me pregunta “¿a ti eso no te da asco?”, delante de mi madre y de mis hermanas. Y yo en plan “eeehmm…” mientras pensaba “¿por qué Dios le habrá dado boca a esta chiquilla?”

Y encima, cuando le digo “joder, tú crees que no, pero tú eres homófoba” me dice “no, si yo tengo muchos (tiene 3) amigos gays”. Y yo tengo una prima gilipollas y no por ello creo que todos los gilipollas tengan derecho a la vida.

Aún no me ha intentado abrir los ojos revelándome el dato esclarecedor de que los homosexuales también son personas y que por eso tienen derechos. A la espera estoy.

Y todo por no hablar de la cosa que mi hermana tiene por novio, que va más allá y en la misma frase niega ser homófobo y afirma que los gays le dan asco: “no soy homófobo, pero me dan asco”. Igual se piensa que les está haciendo un favor al no escupirles en la cara. FEO.

jueves, 3 de marzo de 2011

El PP, la adopción gay y la tragedia



No voy a contar nada que no sea de sobra conocido por cualquier persona con dos dedos de frente, pero me gusta la gresca y sueño con que algún día entre a mi blog un homófobo a liarla parda. Prohibir la adopción es un disparate. Así que a ver, señores neofascistas de los cojones, vosotros, de la palabra lesbiana, ¿qué parte de mujer es la que no entendéis? Que yo si quiero un bombo lo único que tengo que hacer es aparearme con un macho de mi especie si se me prohíbe tenerlo por otros medios. Que soy lesbiana, no infértil, imbécil.

Ahora que ya está claro que puedo tener un hijo cuando a mí me dé la real gana sin tener que depender de sus leyes, y que por lo tanto las familias homosexuales van a seguir existiendo por mucho que les duela, pasemos al siguiente punto.

Imaginemos que estoy casada, me quedo embarazada y 9 meses después nace la pequeña Alicia. Alicia es muy feliz con sus dos mamás, pero sólo Wendy es su mamá legal, ya que han prohibido que su otra mamá pueda ser reconocida legalmente como tal.

Dos años después mamá Wendy va conduciendo al trabajo como todas las mañanas. Alicia está en la guardería y su otra mamá ya en su trabajo. Mamá Wendy recibe un sms en su iphone 9: “Hoy recoge tú a Alicia, que vamos a comer fuera =)”. Mamá Wendy sonríe, y cuando levanta la cabeza ve cómo unas varas de hierro de 3 cm de ancho salen disparadas de un camión para atravesar primero el cristal delantero de su coche y después sus pulmones, dejándola clavada en el asiento. Tarda 2 minutos en morir, tiempo que se pasa mirando la foto del fondo de pantalla de su iphone 9 preocupada pensando en qué va a ser de Alicia y de su otra mamá. Que no dejan a una ni morirse tranquila, oigan.

¿Cómo puede existir gente tan hija de puta y tan desvergonzada como para permitir entonces que Alicia no pueda quedarse con su madre? ¿No ha tenido bastante con perder a una que ahora también va a perder a la otra? La estupidez en este país no tiene cura, eso desde luego.

Éste es sólo un ejemplo (me puedo inventar mil ejemplos más y todos diferentes) para demostrar que, primero, prohibir la adopción no evita que vaya a seguir habiendo niños con dos papás o dos mamás, y segundo, que su único fin práctico es perjudicar, sobre todo, al niño.

Algunos políticos, antes que cegarse en su fundamentalismo e intolerancia, deberían aprender a distinguir entre elaborar una ley para proteger una realidad social (que existe porque sí, y siempre va a existir) y entre elaborar una ley para intentar prohibir algo que existe de forma natural, y lo que existe de forma natural no se puede prohibir, le pese a quien le pese.

martes, 22 de febrero de 2011

De cómo las lesbianas dominaremos el mundo: el cómo y el por qué



Advertencia: la verdad contenida en esta entrada puede dañar de forma irreversible la estima de ciertos sectores de la población. Si eres un chico o una chica heterosexual sigue leyendo bajo tu propia responsabilidad.

Una vez ya conté en mi fotolog una teoría de la extinción de los hombres. Casi todos los que la leyeron la consideraron feminista (xD), quizás porque la enfoqué más en la extinción de los hombres (porque cuando la escribí aún quería aparentar ser hetero) que en el punto que a mí verdaderamente me traía de cabeza, que no es otro que el de la evolución hacia un mundo lesbianizado, obviamente xD

De todas formas, no sé por qué el reconocer un hecho me tiene que hacer feminista, oiga. Yo más bien lo llamaría aceptar la realidad con dignidad.

Al tema.

¿Por qué dominaremos el mundo?

La respuesta es sencilla: porque se van a extinguir los hombres.

Y a los datos me remito:

"Un estudio publicado en la revista PLoS Genetics insinúa que se está produciendo una pérdida dramática de los genes del cromosoma Y, y que eventualmente podría desaparecer por completo".

 “Los cromosomas de los hombres están mutando degenerativamente a tal velocidad que se calcula que en aproximadamente 145 mil años se extinguirán por completo".


¿Cómo dominaremos el mundo?

 ¿Qué pasará entonces cuando sólo quede el cromosoma X y como consecuencia ya sólo haya mujeres y no queden hombres? ¿Que nos vamos a extinguir nosotras? Ni de coña los hombres son tan imprescindibles en ese aspecto.

Para empezar serían posibles al menos dos técnicas de reproducción:

1) Ovofusión: Consiste en fecundar un óvulo con el material genético de otro óvulo, pasando así a ser diploide (mi querida rata Kaguya ya ha demostrado que eso es posible).

2) Células madre: obtener esperma desde las células madre de la médula espinal de las mujeres.

Vamos, que técnicas de reproducción lo que es haberlas, haylas. Ahora que si la madre naturaleza decide que nos vamos a reproducir por partenogénesis como las lagartijas lesbianas, pues en vez de lesbianas seremos lesbianas mutantes y tema arreglado. Por mí como si nos reproducimos por mitosis. La sabia naturaleza ya se encargará de determinar qué forma de reproducción es la mejor.

En cualquiera de los dos casos antes mencionados se entiende que el óvulo fecundado va a dar lugar a una niña, ya que en las mujeres sólo existe el cromosoma X y éste es el único que pueden transmitir.

Y claro, aquí ya es donde llega el meollo de la cuestión: si sólo hay mujeres, todas van a ser lesbianas. Sólo hay que pararse a pensar, ¿nunca os habéis preguntado por qué ahora salen hetero-curiosas de hasta debajo de las piedras? Pues porque la evolución está empezando a llamar a sus puertas. Chicas hetero de las de verdad muy pocas quedan. Será que la selección natural está empezando a calentar motores para afrontar lo que se avecina.

Y si alguien lee esto dentro de 145 mil años y resulta que todo es cierto, me podéis dar el elixir de la resurrección y convertirme en vuestra reina.

miércoles, 16 de febrero de 2011

La escala de Kinsey



La escala de Kinsey sostiene que la sexualidad es un espectro y establece 7 grados diferentes de sexualidad, que van desde 0 (exclusivamente heterosexual) hasta 6 (exclusivamente homosexual), quedando cada grado definido así:

Grado 0 (exclusivamente heterosexual)
Grado 1 (heteroflexible en primer grado): Predominantemente heterosexual y sólo incidentalmente homosexual.
Grado 2 (heteroflexible en segundo grado): Heterosexual y más que incidentalmente homosexual.
Grado 3 (bisexual)
Grado 4 (homoflexible en primer grado): Homosexual y más que incidentalmente heterosexual.
Grado 5 (homoflexible en segundo grado): Predominantemente homosexual y sólo incidentalmente heterosexual.
Grado 6 (exclusivamente homosexual)

Según Kinsey, una persona se puede mover de un grado a otro a lo largo de su vida. Con esta afirmación no estoy de acuerdo, a no ser que incluya la matización de que eso solo pasa si tu subconsciente te engaña, y tú mismo te crees que estás en un grado cuando en realidad estás en otro. Porque sí, yo he pasado por todas esas fases, lo típico de que cuando eres niña te ponen (o más bien crees que te ponen) David Bisbal o Ronaldinho, aunque tengas tu carpeta forrada de Avril Lavigne y tu cuarto lleno de posters suyos y de Britney Spears. Vamos, lo normal. Pero eso solo porque tuve que recorrerlas todas hasta descubrir en cuál estaba. Es lo que tiene que desde pequeña te creas que eres heterosexual porque todo el mundo asume que lo eres.

Pues bien, cuál fue mi sorpresa al hacer un test de la escala de Kinsey en internet y descubrir que me dio grado 5 (homoflexible en segundo grado). Un 5 sobre 6 es un 8.3 sobre 10. Eso significa que como lesbiana solo soy un triste notable. Deprimente. Mi ego por los suelos. O sea, ¿varios años intentando averiguar qué clase de bicho soy, y una vez que lo consigo, viene un test a decirme con toda la frialdad del mundo que no, que estoy en camino pero que aún no he digievolucionado del todo? Pero vamos a ver, test, ¿de dónde has podido tú deducir que incidentalmente me acostaría yo con un tío? No tengo ningún interés en probarlo nunca, y además soy toda una Gold Star. Y encima, por si no fuera poco, se atreve a decirme que “la mujer en este rango fácilmente es confundida con una del rango 6 o lesbiana”. Y que te llamen fake lésbico (así, sin calentamiento previo) puede llegar a causarte daños irreversibles en tu lesbiego.

Menos mal que luego entré a la página oficial y leí que tienes que evaluarte tú a ti mismo. Y yo humildemente me he puesto matrícula de honor, el test que se muera xD

PD: Para más información, wikipedia xD: http://es.wikipedia.org/wiki/Escala_de_Kinsey

lunes, 14 de febrero de 2011

San Valentín y yo


No me gusta San Valentín. Aparte de por su supuesto origen cristiano y el ambiente nauseabundo que se forma alrededor, no me gusta porque algunas de mis experiencias con San Valentín han sido traumáticas al haberlas experimentado siendo una lesbiana pequeñita a una corta edad, y otras han resultado bastante aterradoras.

Todo empezó cuando yo tenía 5 años. A esa edad recibí mi primer regalo de San Valentín. Mi amigo, que se creía mi novio, me regaló una vajilla de juguete que compró en el mercadillo. Me sentí muy ofendida por ese regalo tan indigno. Habría preferido un balón pinchado.

Años después, pero aún muy pequeña para esas cosas de mayores, me regalaron una caja. Hueca. Roja. Con forma de corazón. Y luego la pregunta: ¿te gusta? Cómo no, si tener una caja fea siempre ha sido mi sueño.

Mi experiencia aterradora fue con 14 años en el instituto. Tenía un acosador que me regalaba anillos de lata y que me enviaba mil cartas (las cuales regalé amablemente a las ratas de las alcantarillas), pidiéndome que le dijera ‘hola’ cuando lo viera por el pasillo y amenazando con ir al Diario de Patricia a declararse. ¡¿¡Jelou!?! Y, lo que era peor, había más faltas de ortografía que palabras escritas.

Ni una carta sooo sweet en un San Valentín posterior pudo reparar el daño hecho. Además, me parece hortera cómo suena eso de ‘Feliz día de los enamorados’ xD